Alrededor de los 2 años de edad el niño comienza el control de esfínteres, lo que recién logra cerca de los 3 años. El control de esfínteres no se trata de un proceso lineal sino que como todo aprendizaje hay avances y retrocesos. Esto genera a veces en los padres preocupación, el niño ha logrado el control de esfínteres por unos días y luego ha dejado de hacerlo. Hay padres que viven estas conductas como un retroceso en el desarrollo de su hijo, cuando en realidad es normal que así suceda. Dejemos que el niño tome sus propios tiempos, no lo presionemos. Para el niño, el control de esfínteres, la retención de la orina o de las heces representa también el control de si mismos, les da una zona de autonomía, lo que les produce placer.
En niños mayores que ya han adquirido el control de esfínteres y en ocasiones este control de esfínteres fracasa, tenemos primero que descartar todo posible problema orgánico mediante la consulta médica con el pediatra. De no haber problemas orgánicos ameritaría la consulta psicológica.
El fracaso en el control de esfínteres cuando el niño ya lo ha adquirido puede estar vinculado a situaciones puntuales que le producen ansiedad. Puede tratarse de situaciones nuevas que el movilizan al niño como ser una mudanza, el ingreso a la escuela, el nacimiento de un hermano, celos entre hermanos etc. El niño puede además mostrarse ansioso, tener dificultades de sueño, de alimentación, terrores nocturnos, presentar dificultades de aprendizaje, etc De persistir el problema es necesaria la consulta.